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jueves, 25 de diciembre de 2014

Navidad, un tiempo para la reflexión

Las ideologías políticas no deberían alejarnos de Dios ni confundir sus enseñanzas.


    Por Walter Calabrese

Todos los años nos encontramos la noche del 24 de diciembre para brindar en familia y con amigos, es un momento de alegría y de recuerdos. También puede ser un tiempo de reflexión para recordar que en una fecha similar un hombre valiente daba su vida por todos en una cruz. Sí, deberíamos conmemorar el nacimiento de Jesús más allá de las creencias de cada uno, porque es imposible soslayar su presencia en la historia de la humanidad.

Hoy, a más de 2000 años de su muerte sigue siendo el Redentor, el Dios que se hizo hombre para enseñarnos un camino para vivir mejor. Sus enseñanzas han quedado registradas en la Biblia, su pasión por el prójimo se retrató en cada gesto y palabra que pronunciaba.

Pero el hombre se ha quedado mirándose el ombligo para satisfacer a ese enano fascista llamado ego que nos reclama aplausos a cada instante, y en ese movimiento narcisista, lamentablemente, perdió de vista al prójimo. Este comportamiento, cuando se exacerba se traduce en guerras, narcotráfico, gente que realiza matanzas en colegios o universidades, tensión racial, como lo que vimos estos días en EEUU, Siria en llamas, israelíes y palestinos peleando por una porción de territorio, xenofobia en Europa, México cayendo en el pozo de las narcomafias y desaparición de estudiantes, África Occidental luchando contra el ébola, la poca voluntad de los países más poderosos para trabajar en contra del cambio climático, Europa en conflicto con Rusia, y así podríamos seguir enumerando muchas crisis más que dan cuenta de lo poco que se tiene en cuenta al prójimo a la hora de tomar decisiones globales.

En definitiva, un mundo desigual, sin equidad social, que se aferra a recetas neoliberales para resolver cuestiones que nacen en la raíz social y que sólo pueden resolverse con solidaridad. Tal vez, Latinoamérica  haya sido quien interpretó mejor ese libreto, enfrentando la crisis financiera global desde el diálogo regional y con instituciones que se van afianzando, como la Unasur. A pesar de ello, sigue faltando mucho para encontrarnos con un mundo hermanado pensado para que cada ser humano tenga las mismas posibilidades de vivir dignamente. Y eso es justamente lo que nos enseñó Jesús, fue el primero en hablar de inclusión social.

Las ideologías políticas no deberían alejarnos de Dios ni confundir sus enseñanzas con lo que ha hecho la Iglesia. El legado de Jesús es mucho más grandioso que cualquier diferencia coyuntural o conflictos de poderes. La fe y la política pueden caminar perfectamente juntas sin tropezarse una con otra. Incluso la Biblia afirma que debemos respetar a nuestras autoridades en todo tiempo y lugar.

“Yo soy el camino, la verdad y la vida”, señaló Jesús para indicarnos por donde está la salida. La Navidad es un buen tiempo para reflexionar sobre ello y para pensar que podemos aportar cada uno para hacer un mundo mejor.

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