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miércoles, 29 de marzo de 2017

Datos del INDEC sobre la pobreza: 30,3% y afecta a 13,3 millones

El organismo brindó los datos del segundo semestre del 2016. La pobreza subió al 30,3 por ciento de la población y la indigencia fue del 6,1%, impactando en 2,6 millones de habitantes.



    Por Walter Calabrese

La única verdad es la realidad, la pobreza sigue creciendo tristemente en la Argentina y afecta a cada vez a más familias. Los números del INDEC ratificaron que uno de cada tres argentinos era pobre al finalizar el año 2016.

La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora el instituto oficial da cuenta de lo relevado en los 31 conglomerados urbanos de todo el país. Algunas investigaciones privadas hablan de índices más altos de pobreza en torno al 32 por ciento, incluso el mismo INDEC había dado un 32,3% de pobreza para el segundo semestre del año pasado. Resulta curioso ver como bajó 2 puntos en tanto poco tiempo cuando el humor social está marcando otra historia, respaldados por los indicadores de consumo, caída de la producción industrial y puestos de trabajo perdidos.

Según datos de la UCA, a fines del 2015 el país tenía un 29% de pobreza, números que causaron controversia en su momento por el contarse con las cifras que manejaba el oficialismo en esos momentos. No obstante, lo que sí resulta significativo, y que se debe medir con mayor precisión su impacto, es cómo los tarifazos y la inflación fueron deteriorando la capacidad adquisitiva de los salarios. En esos números se encuentran más respuestas que en el índice del INDEC. Ya no alcanza con decir es culpa de la “pesada herencia”, el gobierno debe asumir sus propias responsabilidades por el aumento de la pobreza y la indigencia, su gestión sobre la economía ha sacado una muy baja nota para la población. De ninguna manera se puede atribuir un ocho a la gestión del primer año de gobierno, como lo hizo el propio presidente muy livianamente.

No obstante, algunos investigadores y especialistas, obviamente alineados con el oficialismo, pretenden instaurar la idea de que la pobreza está disminuyendo. 

"La tendencia que subyace es que efectivamente hubo una caída leve de la pobreza entre el tercer trimestre y el cuarto", afirma Agustín Salvia, coordinador del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, quien sostiene que “la mejora de la situación social se debió a la desaceleración de la inflación, la mejora de los ingresos y el salario familiar y un leve repunte del trabajo privado registrado. En los sectores más postergados esto no pasó".

"Seguimos marcando que hay un piso estructural que no se perfora, y ésa es una gran preocupación. La pobreza podrá bajar algunos puntos, pero requiere algo más que crecimiento para cambiar algo en los segmentos informales", concluyó Salvia. Cabe recordar que para la UCA, en el tercer trimestre de 2016 la pobreza era del 32,2% y la indigencia, del 6,3 por ciento.
"Se confirma que la pobreza afecta a casi un tercio de la población del país", resaltó Jorge Paz, investigador del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE). "Hay más de 13 millones de personas pobres, pero incluso esta cifra está subestimando la cantidad de personas pobres, dado que en las localidades más pequeñas que las cubiertas por la EPH y en las áreas rurales los ingresos suelen ser más bajos y por lo tanto la incidencia de la pobreza es mayor", sentenció Paz. Esta mirada se acerca un poco más a la compleja realidad que se vive en distintas áreas del país, no alcanza sólo con medir en los grandes conglomerados urbanos como lo hace la UCA.

La pobreza se combate con creación genuina de empleo, apuntalando a los trabajadores informales, respaldando a las Pymes e industrias con políticas que favorezcan la producción en lugar de la especulación financiera, aumentando la obra pública, limitando las importaciones que afectan a la producción nacional, favoreciendo el empleo joven, con becas para que los niños y jóvenes que están en situación de pobreza puedan continuar sus estudios. Ese es un camino posible para reactivar el mercado interno, que es un factor dinamizador de la economía y del empleo. 

Muy lejos de esas ideas, el gobierno se empecina en el ajuste de tarifas y en sentarse a esperar a que lleguen las inversiones que van a “salvar” a la economía nacional. Cuando el mundo se cierra y se vuelve proteccionista, como lo hace Trump en EEUU y el Reino Unido con el Brexit, las reglas del comercio internacional varían, se modifican los modos de los intercambios y se busca repatriar sus empresas para sus países. El paradigma de la globalización se está cayendo del andamio, entramos en la “era Trump” dicen en Europa, por lo cual las empresas transnacionales ya evalúan otras variables antes de invertir su capital en otras tierras. 

Señores, la pobreza cero no llegará de la mano del capital extranjero. Esa fantasía irresponsable lanzada en campaña es un relato fantástico, digno de la literatura latinoamericana que propuso el Realismo Mágico. Aquí, la diferencia, es que ese relato carece de imaginación y de plausibilidad, porque estamos hablando de la realidad que aplasta a muchos, no de ficción.



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