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miércoles, 6 de septiembre de 2017

El respeto nace en el aula

Cada escuela deberá agotar los recursos para integrar a cada niño, es un objetivo básico, no debería ser un llamado de atención cuando aparece un alumno con alguna necesidad especial. El respeto es indispensable para todos por igual para construir una convivencia cordial en el aula. Sin respeto, crece el rechazo, se alimenta el bullying, aparece ese agudo dolor en el alma de quienes deben soportar el desprecio…

Nunca deberíamos olvidar que cada niño es valioso para su familia, también para Dios. Si sos padre o madre sabes cuán valioso es tu hijo para vos. Entonces, no hagas lo que no te gustaría que le hagan a tu hijo. Respeto, tolerancia, amabilidad son valores que trascienden las clases sociales y los colegios privados. Esos valores nos diferencian de los ignorantes, de los necios y los corruptos.


El maltrato infantil puede adoptar muchos rostros, bullying, rechazo social, descalificación por el aspecto físico hasta llegar al extremo de la golpiza. Ningún niño merece semejante castigo, ninguno, ni uno...

Las madres que disfrutaban y festejaban porque habían desplazado de un aula a un niño con Asperger, pusieron a la vista de todo el mundo la propia incapacidad de comprender al prójimo, además de mostrar que carecen de valores.


La soberbia y el elitismo son un peligroso bumerán para quienes suelen usarlos a diario. No saben que muy pronto les llegará con la misma energía lo que lanzaron con desprecio... Las conductas elitistas siempre excluyen, porque nacen en la mirada de un “juez” que condena lo que ven como de menor valía. Su supuesta superioridad nace de la creencia de que el dinero y una buena posición social les acreditan millaje para volar alto. Nada tan falso ante la mirada de Dios, quien nos mira a todos con la misma esperanza de vernos bien.

El dinero y el poder no cambian a las personas, las muestran como verdaderamente son…

El respeto al prójimo comienza en cada hogar con nuestro ejemplo, cada palabra dicha con veneno se cuela en la mente de los chicos y luego la repiten en el aula. 

La diversidad es una oportunidad para compartir lo particular que tiene cada uno, porque cada quien es único e irrepetible y, a la vez, tiene algo en común: es el prójimo de todos. 

Cada niño es valioso, nuestro deber es reconocerlo con hechos cada día, en el aula y en cada lugar donde se encuentren. La tolerancia y el respeto ayudan a construir aulas amigables.




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