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sábado, 22 de noviembre de 2014

México: las movilizaciones por los estudiantes presionan al gobierno

Todos se unen para pedir la aparición con vida de los 43 estudiantes que desaparecieron hace dos meses en la localidad de Guerrero


   Por Walter Calabrese

El grito desesperado del pueblo mexicano no cesa en la plaza mayor de su capital: "¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!". Unas 30.000 personas se reunieron en el Zócalo de México y otras miles se acercaron en los estados de Guerrero, Puebla, Chihuahua, Morelos, Oaxaca, Veracruz y Baja California, en un día en que las marchas elevaban su voz para exigir justicia y paz a un gobierno que mira para otro lado.

En cada rincón del país los cánticos y reclamos eran similares, todos se unen para pedir la aparición con vida de los 43 estudiantes que desaparecieron hace dos meses en la localidad de Guerrero, presuntamente ejecutados por sicarios narcos que operarían en connivencia con la policía y algunas autoridades.

"No vamos a descansar hasta encontrar a los muchachos o hasta que nos los entreguen, porque estamos seguros de que saben dónde están", sentenció Felipe Cruz, padre de uno de los desaparecidos, desde el Zócalo. Los padres de estos chicos fueron los que encabezaron las manifestaciones luego de recorrer en los últimos días varias regiones del país buscando ayuda y respaldo.

La mayoría iba vestida de negro, la gente caminó hacia el Zócalo alzando banderas mexicanas pintadas de negro en señal de luto, con fotos de los 43 desaparecidos y carteles con leyendas de "Ya me cansé" y "Fue el Estado". Ese día se celebraba el 104° aniversario de la Revolución Mexicana.

Si bien las investigaciones aseguran que los estudiantes fueron ejecutados e incinerados por los sicarios del narco, los padres sostienen que los jóvenes siguen secuestrados y exigen profundizar la búsqueda. Hasta ahora, sólo hay datos que obtuvieron los agentes federales cuando concretaron detenciones, rescataron confesiones y finalmente pudieron llegar al lugar donde se encontrarían los supuestos restos de los alumnos. Esas evidencias son analizadas en un laboratorio de Austria para confirmar o descartar si se trata de los estudiantes desaparecidos. Hasta la fecha fueron detenidas 76 personas, entre quienes están el alcalde de Iguala y su mujer, considerados los autores intelectuales de las desapariciones de los estudiantes.

La manifestación en el Zócalo fue pacífica, contrariamente a otras movilizaciones anteriores que culminaron con la quema de edificios de gobierno en Guerrero. Cuando aparecen desconocidos enmascarados que querían sumarse a la marcha, la gente se lo impedía con cánticos de "¡Violencia no!" y "¡Fuera las máscaras!".

El país ha logrado algunos avances en otras áreas, como las reformas en educación y energía que impulsó Peña Nieto. Sin embargo, el gobierno no ha sabido manejar los temas que más le preocupan a la sociedad: la inseguridad, el narcotráfico y la corrupción siguen intactos. Los carteles que se veían en manos de los manifestantes decían  “Quiero que renuncie Peña Nieto”. Otro ciudadano con mucho enojo decía que “todo es parte de la corrupción. Los que tenemos hijos queremos dejarles algo, por lo menos, el ejemplo de que levantando la voz podemos hacer mucho y podemos hacer que escuchen."

Loa carteles, pintadas y gritos repetían la misma demanda contra la desidia, ineptitud y complicidad que se les endilga a los gobernantes. La bronca y la rabia se fundía en dos palabras: "¡Fuera Peña!".

El número de víctimas relacionadas con el narcotráfico es escalofriante: 80.000 muertos y 22.000 desaparecidos desde 2006, cuando el ex presidente Felipe Calderón lanzó una campaña militar que luego fue continuada por Peña Nieto. Sin duda, ese plan no funcionó, el país está teñido de sangre inocente.

El gobierno mexicano seguirá presionado para responder al clamor popular, no se puede esconder semejante atrocidad. La impunidad alcanza su límite cuando la gente eleva su voz al unísono en las calles. Esa fuerza es incontenible, Peña Nieto lo sabe, pero no tiene la estatura política para enfrentar lo difícil y cambiar el rumbo.

  


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